2/5/10

Lo que nunca debemos olvidar - La Tragedia de Bleiburg










CRIMENES LARGAMENTE SILENCIADOS
Julio de 2006  Por Carmen Verlichak(*)

En los momentos en que se derribó el Muro de Berlín – ya un poco antes- comenzaron a conocerse en mayor medida algunos hechos que ocurrieron al terminar la Segunda Guerra Mundial, como la cuestión de la repatriación forzada de prisioneros, y su trágico final. Estas operaciones, fruto del acuerdo entre W. Churchill, Anthony Eden, Stalin y el ministro de Asuntos Exteriores soviético Vyaceslav Mihajlovic Skrjabin – más conocido como Molotov - fueron durante mucho tiempo un secreto sólo conocido por los implicados directamente. El mundo comunista no tenía intenciones de develarlas así como los aliados eran reticentes al momento de reconocer crímenes de guerra propios. Por su parte el hombre común del llamado mundo libre estaba suficientemente espantado por los crímenes examinados en Nuremberg. De manera que nunca hubo juicio, castigo ni pedidos de perdón. Desde la caída de Stalingrado – febrero de 1943 – los ciudadanos soviéticos que trataban de huir del régimen llegaban a unos 5 millones; estos fueron repatriados desde distintos puntos hacia una muerte segura. De 900 mil a un millón de seguidores del ejército ruso de liberación que lideraba el General Andrei Vlasov fueron los primeros en ser obligados a retornar. Esto fue relatado por Aleksandr Solzhenitsyn en su libro Archipiélago Gulag. Las víctimas que siguieron fueron unos tres mil oficiales cosacos en Lienz; luego decenas de miles de oficiales y civiles de varias naciones de Europa que sirvieron a su país durante la guerra. Finalmente, les tocó el turno a millones de refugiados civiles que huyeron de las promesas de Stalin, Tito, Hoxha y otros. Los provenientes de la URSS estaban fuera de toda convención sobre prisioneros de guerra. De manera que si las convenciones habían protegido a algunos en algunos casos, no fue así con los soviéticos ya que Rusia nunca firmó alguna de las múltiples convenciones sobre prisioneros de guerra.

La tragedia de Bleiburg

No fueron solo ellos; los croatas que habían apoyado al gobierno independiente de Croacia abandonaron su capital, Zagreb, en los primeros días de mayo al saber fehacientemente que no habría lugar para ellos en la Yugoslavia de Tito.

Se trataba del ejército y se trataba de la población civil que no adhería a Tito ni a sus partisanos. Marcharon en largas columnas hacia la frontera de Austria para rendirse a los ingleses – que comandaban esa región en el momento – y acogerse a las leyes internacionales sobre prisioneros de guerra. Sin embargo, los hechos fueron totalmente diferentes a lo esperado.


Tal como lo consigno el informe de Studia Croatica publicado en Buenos Aires en 1963 y lo que describió en 1985 el historiador anglo ruso Nikolai Dmitrevic Tolstoy Miloslavsky describió en su libro El ministro de las masacres, en mayo del 45 el Quinto Cuerpo del Octavo Ejército Británico entregó a Stalin y a Tito un total de 70.000 soldados croatas, eslovenos y cosacos, y un número de civiles entre 200 y 400 mil que habían buscado refugio en Bleiburg, ciudad de frontera entre Austria y Eslovenia. Los deportados fueron fusilados por los guerrilleros y apilados en fosas comunes. Los sobrevivientes fueron obligados a caminar por toda Yugoslavia en lo que se llamó Marchas de Muerte, y eso fue en verdad, ya que las victimas fueron encontrando la muerte por los golpes, el hambre y la extenuación.


Estos acontecimientos recibieron el nombre de Tragedia de Bleiburg por el nombre de la ciudad austriaca de frontera desde donde fueron devueltos en su mayoría. También recibió el nombre de Superkatyn croata en referencia a las fosas comunes de Katyn (1). En este caso el numero de víctimas superó horriblemente al de la tragedia en tierra rusa, de hecho se multiplicó por veinte. Las matanzas colectivas más grandes tuvieron lugar en los bosques de Maribor y Celje (Eslovenia) y en los alrededores de Zagreb, la capital de Croacia.

Sucedió aquí una flagrante violación a las Convenciones de Ginebra del 27 de julio de 1929 sobre el tratamiento de soldados heridos y prisioneros de guerra. Yugoslavia había adherido a las convenciones en 1931 y por lo tanto debía respetarlas. Por su parte, al formar su Estado Independiente, Croacia también adhirió en firma del 29 de enero del 43. Como dijimos, otro era el status de los cosacos a quienes no protegía ninguna convención ya que la URSS no había firmado nada en ese aspecto. (2)


No se les ahorró la crueldad hacia el enemigo muerto y en su desprecio por los principios básicos de humanidad, los comunistas nivelaron y araron los cementerios militares. Arrojaron a los prisioneros y fugitivos masacrados en pozos, ríos y zanjas. Según el informe publicado por Studia Croatica hay centenares de millares de tumbas desconocidas (3).


Tanto Tolstoy como el informe de Studia Croatica dejan bien sentado que esto fue responsabilidad de los comandantes, ingleses y del ejército yugoslavo de Tito y de ninguna manera fueron hechos aislados que se puedan atribuir a excesos de la soldadesca.


Un crimen aun envuelto en el misterio

Las narraciones de las víctimas que han sobrevivido Bleiburg son más o menos conocidas, pero lo que me interesa en particular y desconozco, es la relación que hubo entre Tito y los ingleses, es decir cuáles eran sus acuerdos, que en aquel entonces eran un secreto de estado. No sé cuales fueron, pero evidentemente el régimen de Belgrado impedía el acceso a la documentación. Mientras en Serbia no haya un gobierno libre y democrático, este aspecto fundamental de la tragedia de Bleiburg quedará sin revelar, dijo Tolstoy quien concentró su atención en un aspecto que hasta ahora sigue siendo según sus palabras un misterio siniestro y extraño: la decisión de las autoridades militares británicas de devolver a los croatas sabiendo que serían masacrados nunca tuvo una explicación satisfactoria. Es un enigma que investigo durante varias décadas y que aun hoy no puedo dar una cuenta coherente. Explícitamente en ocasiones - e implícitamente – el comando británico aceptó que tenían 25,000 personas que el 15 de mayo se pusieron bajo su protección y la de las leyes internacionales. El Gobierno británico era responsable por su protección y el trato humano como prisioneros de Guerra bajo los términos de Ginebra de 1929. Aparentemente el comando del Quinto Cuerpo no había contemplado actuar como lo hizo, si ese hubiera sido el caso los refugiados hubieran estado prevenidos. ¿Qué fue lo que causó ese dramático y deshonroso cambio de política? Los hechos muestran claramente que hubo una intervención decisiva el día 13 de mayo. Harold Macmillan era ministro residente en el Mediterráneo, asesor del mariscal de campo Alexander. Tenía, por tanto, la autoridad para comunicarse directamente con el Foreign Office y el Primer Ministro. El día 12 había convenido con Alexander volar hacia el Octavo Cuerpo del ejército asentado en el noroeste de Italia. En ese momento ocurrió algo que dio lugar al violento cambio en la agenda de Macmillan. No viajó a Nápoles como era lo planeado sino que inesperadamente voló al norte hacia Austria. Lamentablemente las anotaciones que McMillan llevaba en su diario presentan en esos días grandes anomalías y expurgaciones atribuidas a su biógrafo sicofante. Por lo que, sigue el misterio acerca de lo sucedido en esos días.

(1) Fueron 4433 intelectuales y oficiales polacos hallados en el bosque de Katyn, cerca de Smolensko, Rusia, asesinados por la NKVD (policía política soviética) en 1940. En 1952 informe de la comisión de la cámara de representantes de Washington. (Datos de Studia Croatica)

(2) Si bien es harto conocido repetiremos que en la haya 1907, ratificado por Ginebra 1929 dice está especialmente prohibido... matar o herir a un enemigo que, habiendo depuesto las armas, careciendo de medios de defensa, se entrega a discreción.

(3).... los bandos beligerantes se ocuparán de que los prisioneros de guerra, muertos en cautividad, sean dignamente sepultados y que sus tumbas estén provistas de los necesarios signos de identificación, respetadas y decorosamente cuidadas.

(*)Es directora del Centro de Estudios Danubianos